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Oriundo de Istmina, Chocó, Colombia, músico, Autor del Himno del Municipio de Yondó, Antioquia, Autor del Himno del Colegio Luís Eduardo Díaz de Yondó, autor del Himno institucional del Colegio de San Miguel del Tigre de Yondó. Exconsejero departamental de Música y de Cultura de Antioquia, cofundador del Colegio El Oasis.

martes, 6 de noviembre de 2018

ENSAYO: LA ÉTICA COMO FUNDAMENTO DE LA NUEVA GESTIÓN PÚBLICA



Por: William Skey Figueroa Mosquera


Ad portas de algunos de los grandes cambios que se avecinan para nuestro país, entre ellos la renovación política del congreso de la República, los nuevos actores que incursionarán en la política después de una época de beligerancia, y la reforma política y tributaria, etc. nos vemos impulsados a reflexionar sobre las nuevas estrategias que apunten al perfeccionamiento de nuestro decadente sistema administrativo, que hasta el momento se ha venido implementando en nuestro país. La ética, entonces, se debe convertir en la piedra angular del servidor, toda vez que por ella se logra el acercamiento al ideal del buen administrador. 

Fundamentamos el presente escrito en dos opúsculos tomados como referencia: “Reflexiones sobre las Éticas en la Gestión Pública” del doctor Fernando Mariñez Navarro, y “Teoría Administrativa del Estado” del doctor Omar Guerrero, administrador público mexicano. Estaremos estableciendo algunos contrastes entre la Administración Pública Tradicional, la Nueva Gestión Pública y la Gestión Pública basada en la creación del valor público.

En referencia a la ética del Administrador Público, el doctor Mariñez establece tres tendencias: La Administración Pública Tradicional determinada por “caciques políticos” que han manejado a su antojo las oportunidades que se presentan para los ciudadanos; la segunda se conoce como Nueva Gestión Pública (NGP), que tiene como enfoque primario la satisfacción de los usuarios en la búsqueda de eficacia en la prestación de servicios públicos; y la tercera, se relaciona con la gestión pública basada en la creación de valor público, tomando los mandatos como puntos de partida y no como fines, y se enfoca en los resultados operativos determinados por su productividad, efectividad y eficiencia. En estas reflexiones deja entrever que la ética del servidor público debe jugar un papel importante a lo largo de la historia en cada uno de estos procesos; entendiendo la ética del servidor como el carácter inherente a su vocación, el cual procede desde su interior como condición implícita para el correcto servicio.

Por su parte, el doctor Omar Guerrero, centra sus esfuerzos en demostrar cual debe ser el objeto del estudio administrativo por lo cual expresa: “… es descubrir qué puede hacer adecuada y exitosamente el gobierno y cómo puede hacerlo con la máxima eficacia y al mínimo costo posible…”, desvirtuando de esta manera, el concepto generalizado de que los dineros públicos “no son de nadie”, y por lo tanto “hagamos ochas y panochas con el presupuesto público”.

Las posturas tomadas como objeto de este análisis son complementarias, toda vez que lo que expresa el doctor Guerrero es la aplicación práctica de lo planteado por el doctor Mariñez, puesto que para cumplir racionalmente con el deber y calidad del servidor público, se necesita ser poseedor de una ética probada que trascienda aquello que la sociedad ha convertido en norma cuando dicen que el gobernante tiene derecho de robar con tal de que haga las obras correspondientes. Nada más alejado de la verdad. La Ética nos mueve a ser legales; es decir, a aplicar la normatividad en todas sus formas, sin violarla, y una de esas aplicaciones se refleja en la honestidad del servidor.  En este orden de ideas el señor Norberto Bobbio expresa que “el buen gobierno debe distinguirse del malo por dos criterios: … el gobierno para el bien común, que es diferente al gobierno para el bien propio, y el gobierno que se ejerce de acuerdo con las leyes establecidas”. En este punto la Ética como base del cumplimiento de la Ley, se convierte en el punto de partida para el buen gobierno.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
La era post modernista ha introducido cambios sustanciales en el manejo de lo público; sin embargo, es necesario ubicarnos en el territorio de la ley, siendo transparentes, honestos, justos; aplicando la rendición de cuentas como estrategia que involucre a la ciudadanía en el quehacer y devenir administrativo, garantizando el cumplimiento de los objetivos y logro de las metas trazadas sin que al final se perciba el mal sabor de que algo salió mal como consecuencia de la mirada desviada del administrador público, el cual debe ser servidor; y para ello debe existir gran esmero en cumplir el deber asignado por la Ley. Ese es el rol que cumple la Ética en los procesos administrativos tanto públicos como privados. La Ética tiene que ver con la conciencia más que con la imposición; es algo inherente a la calidad del servidor. La responsabilidad frente al compromiso adquirido, resultante de la confianza depositada, obliga interiormente a cumplir la palabra empeñada un día ante testigos, a no ser  que se haya caído en la desvergüenza que inhibe cualquier intento de responsabilidad. Sea esta la oportunidad de invitar a quienes pretenden servir desde lo público, a tomar posiciones firmes respecto al papel que les tocará desempeñar, y a quienes ya lo vienen desempeñando, que empiecen a  reconocer que sin ética no es posible entregar un buen legado a las nuevas generaciones emergentes,

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