Por: WILLIAM SKEY FIGUEROA MOSQUERA
A
propósito
de las próximas elecciones que se celebrarán el próximo año 2018, en el mes de
marzo, es pertinente hacer algunas precisiones que marcarán la hoja de ruta en
el itinerario político a seguir, referente a cuál debe ser la decisión de los
electores colombianos.
¿Para
qué sirve un congresista?
No
vamos
a entrar a definir el término, porque a la hora de las definiciones, siempre
existirán razones justificantes de los propósitos o despropósitos en torno al
deber o no deber ser de las instituciones o corporaciones públicas; siempre
habrá defensores de las razones que acompañan a los congresistas cuando
ejecutan las peores acciones en detrimento del erario público, el cual es
patrimonio de todos los colombianos, incluyéndolo a usted y a mí. Una de las
excusas que más se escuchan en las bocas de nuestros chibchombianos,
es: “el que trabaja no come paja”;
me pregunto: ¿Y qué tipo de trabajo ejecuta válidamente un congresista
actualmente?; acaso ¿la “labor” que ejecuta un congresista en Colombia
beneficia al colombiano de a pie, al pobre, al ilustre maestro, al anciano
humilde y desamparado?, ¿se tiene
presente al campesino que se esfuerza por mantener viva la economía del país
trabajando de sol a sol? Cuando un congresista legisla ¿para quién lo hace?
Entonces ¿a quienes tienen comiendo paja los congresistas? Ciertamente a
quienes nos tienen comiendo paja, es a la mayoría de los colombianos que hemos
sido usados por los politiqueros que cada 4 años vienen y van con su mensaje
aprendido, grabado y reproducido infinitamente durante décadas, engañando
reiteradamente a los incautos que parecen olvidar la experiencia de 4 años
atrás, cuando les llegaron con el mismo discurso trasnochado, calentado pero
agrio, en el cual les prometían lo mismo que ahora les prometen, y así se
repite la historia hasta el infinito. Traen a mi memoria un dicho de mis
ancestros: “parece que tuvieran memoria de
gallina”;
jumm, no sé por qué lo dirían, pero sus razones
tendrían.
La imagen que históricamente se ha proyectado de los legisladores es la de
seres inmorales (más bien amorales), corruptos, perezosos, ignorantes, avaros y
oportunistas, que se involucran en la política con el único fin de obtener
beneficios individuales, lo cual no es del todo un desacierto, por los pésimos
ejemplos que han dado a la población, sobre todo al ser espejos de nuestros
niños y jóvenes, de los cuales algunos llegarán, un día, a ser los próximos en
la lista en el gran panteón de los legisladores
colombianos.
En conclusión un congresista, sólo ha servido para dar el peor ejemplo,
haciendo esfumar las esperanzas de un pueblo que como espectador pasivo ve
diluirse los sueños de sus hijos, las ilusiones de sus niños; el congresista
colombiano ha sido experto en meterse a
los bolsillos el patrimonio económico del colombiano de bien, que contempla
impávido como se mueren de hambre los niños guajiros, chocoanos y de otras
partes de nuestro país, sin poder hacer nada, porque los señores congresistas
tienen el mando y la autoridad hasta para “decidir quien vive o quien muere”.
Por estas y otras razones sería pertinente revisar si vale la pena REDUCIR EL
NÚMERO DE CONGRESISTAS, o continuar soportando tanta injusticia y falsedad de
quienes se autodenominan “Padres de la Patria (Boba)”.
USTEDES
DECIDEN.